Después de la pandemia y del Mundial, algo cambió. Empezamos a ver una revalorización del ser argentino: el Sol de Mayo en buzos, remeras, carteras… y un orgullo que se llevaba puesto. La argentinidad se volvió parte de lo cotidiano.
Pero antes de todo eso, yo ya venía notando algo: cada vez se usaban menos escarapelas, sobre todo en chicos y adolescentes. Se usaban más por obligación que por gusto.
Pero en un momento, empezaron a verse escarapelas con dijes de empanadas, medialunitas y cosas criollas. Me encantó la idea... pero quise ir un poco más allá.
Un día, sin mucha fe, hice la primera. Me acuerdo que pensé: “Esto no lo va a usar nadie.” Hoy, son nuestro producto más vendido.
Así nacieron nuestras escarapelas artesanales: con poca fe pero con muchas ganas. Creamos modelos con el mapa y la bandera de Entre Ríos, con el de Argentina. Queriamos continuar difundiendo este sentimiento de "Soy Argentina, soy Entrerriana y me encanta"
Mis escarapelas se diferencian porque siempre trato de que estén conectadas con nuestra cultura: el mate, el sol, la bandera. No vas a ver una con Hello Kitty, no porque no me guste (en realidad la amo) sino porque quiero que las infancias se acerquen a lo propio.
Me encanta que las elijan los niños, las familias, y sobre todo los docentes. Este año incluso me escribieron coleccionistas de escarapelas, y eso me emocionó muchísimo.